El chicle motita fue acompañante incansable de los paladares infantiles después de las piñatas de cumpleaños, archienemigo de colgate y sus tres floruros. El reto (o lo fácil) de esta campaña es el juego de palabras al que se prestaba el nombre. Como todos los que alguna vez comimos chicles motita ya somos unos ancianos, la campaña apela a "aquellos viejos tiempos" cuando fuimos jóvenes.
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